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(CUm of 1897)
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REVISTA CUBANA
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REVISTA
CUBANA
PERIÓDICO MENSUAL
DE CIENCIAS, filosofía, LITERATURA Y BELLAS ARTES
director:
ENRIQUE JOSÉ VARONA
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To.no XVII
HABANA
Establecimiento tipográfico "La Constancia''
1893.
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orígenes del lenguaje cubano
(al Sr. Enkique José Varona.)
Apenas fué descubierto el Nuevo Mundo, cuando los sabios principiaron á tratar de la procedencia de los indios; pero siendo creencia general la de un origen común para toda la especie hu- mana, y la de haberse poblado el mundo por los descendientes de Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, era forzoso admitir que los americanos pertenecían á las trilnis de Asia, de África ó de Euro- pa. Unos fundaban sus opiniones en las tradiciones; otros, en la semejanza de usos y costumbres; algunos, en las relaciones físicas; y no pocos, en la afinidad lingüística. YA Dr. Alejo Vanegas, (1) fundado en la autoridad de Aristóteles, creía que los indios des- cendían de los cartagineses; Gilberto Genebrardo, Manases Ben Israel, (2) Arias Montano, Jorge Ilormio, que de los hebreos; Huet, y Kirchero, que de los egipcios; Hugo Grocio, que de los etiopes; Gonzalo Fernández de Oviedo, (3) que de los españoles (porque- las islas de Barlovento son, según él creía, las Hespéridos de Héspero, XH rey de España, quien las pobló con gente espa- ñola); Jacobo Charrón y Guillermo Póstelo, que de los franceses; Hendreich, que de los fenicios; el P. Simón Vasconcelos dice, que otros dijeron, que los primeros pobladores de Indias eran troya-
(1) Gregorio García, Origen de los indios. •
(2) Origen de los Americanos, Anisterdani. KióO. (33 Historia de las Indias, 1* p , lib. II. cap. 3.
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6 origknils del lenguaje cubano
nos; (1) De Guiñes y Jones, que eran liunos y tibetinos; Forniel, que japoneses; otros, que noruegos y dinamarqueses (porque Nod- íloco fué quien tlescnbrio á Islancl¿ii, y después estuvo en ella el año 864 el sueco Guardaro); Sufrido Pedro, que descendían de los fri- sios; otros, que de los escitas; Huniboldt, (¿ue de los chinos, etc. Todos han tenido datoí en que apoyar sus r¿izonos y muclios por la filología lian halla lo his relaciones deseadas.
Así descubrieron que el nombre Perú es hebreo, y significa iinrra fértil, porque viene del verbo para, que quiere decir frutifi' car. Del mismo verbo se deriva la palabra Parkuay, flor de cual- quier planta.
Los nombres Attacaona y Anacahuarqui, también los deriva- ron del hebreo .luna, que quiere decir graciosa ó misericordiosa. El nombre A aalntac {quid en azteca significa «junto al agua;» comp. de a, apócope de atl, agua, y de nahuac, junto, cerca) lo derivaron del fenicio anal:, que los pobladores de Cartago incluyeron en el de Chadre-AnaJc, qne dieron á la ciudad y significa «asiento de los Anakeos». Como prueba citaron la palabra Anaga, (nombre de una punta de Tenerife) corrupción del vocablo anack.
Conjeturaron, que de la misma manera que los fenicios intro- dujeron eñ Grecia la palabra ide, que significa agua, de donde los helenos dijeron idigo y los latinos idíia, (2) pudieron traerla á las Indias y formar el nombre Cnlhna, de un pueblo de Méjico. Bi- mac, nombre antiguo de Lima y del rio que pasa por ella, signi- fica «el que habla», porque lo relacionaron con el verbo hebreo r i maní, rinianqui, hablar.
El versículo 7 del cap. líl del libro II de los Paralipómenos, iVice: Porro auram eral probaíissinuua, y Arias Montam leyó: Et anraní ci'at awruin ex loco Paraaini, de donde dedujo (lo mismo que Genebrardo y Vatablo) (3) que Pcrnaini es el Perú, el mismo nom- bre Ophir de los hebreos, alterado por la simple trasposición de letras; porque lo que ahora se dice Perú ó Pirú, con p áspera, se había de pronunciar Phirú, conp raphe, conforme á la costumbre y modo de hablar de los hebreos antiguos, quienes tenían solo el sonido j)h de los griegos, que aún conservan los árabes; pero des- pués que tuvieron dicha j) áspera, resultó que Phiru es trasposi-
(1) Noticias del Brasil, lib. I, núm. 90.
(2) Como asegura Heurnio, en su Filosofía, cita del V. (4arcía.
(3) García, Origen de los Indios.
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REVISTA CIBANA /
ción de X>phri\ ó Vphri\ lo mismo que (\(iruduh se dijo chcvnh (que- rub); de chebezy checeh; de gaharán, harrngáa, etc.
En quichua, canini, cañinque significa morder, y el derivado canicy el que muerde; de aquí dedujeron que caair era el mismo vocablo latino aííí?X el perro* Miiayo(\ en peruano, significa en- viado á trabajar; y en latín r?n7/v>, vtittiSj es enviar. Hua^ en quin- chua, 65 el llanto, derivado de huacani, h}tncanrpii^ llorar; y en cas- tellano hvay ó gnoy, significa llanlo, voz italiana, como puede ver- se en Petrarca, en el soneto
Era il i orno.
Onde 11 mifi (¡i;at, Xel coniviune dolor s' ¡n eoDitninciaro
La palabra mamr?, en peruano, significa madre 6 ama, como mamacuna, matrona; maniaqnilla, madre luna (la luna); maman- chic, nuestra madre; mamacocha, mailre de las aguas (el mar). Ta- ta, significa padre, como en castellano (en tarasco existen las mio- mas palabras mama y tata, que en lengua maya se dice mam y txtt), que según Calepino proceden del griego v/un/ínr, que significa abuela, madre 6 ama, y tata, padre.
Titeos, en griego, significa Dios, como en mejicano Teotl, de donde icocalli, casa de Dios (de Jív>//, Dios y ra/ //, casa), Tenihdpan, en tierra divina (de ico, apoc. de tcotl, dios; tlal, por tlalli, tierra, y de pan, en); TeoilatolU, palabras divinas (de ieotJ y tlalol-li, palabra).
Caníbales, que según Herrera, quiere decir hombres valientes; para Hornio, (1) significa en púnico menores graciof>ofi, de que tomó nombre la familia de Aníbal. Pana, isla, como si se dijera Púni- ca, se formó del nombre Penes ó Phvnos. El mismo origen fenicio dieron á las palabras Púnncv, Panamá, ^)rt?ní/^, pynole. Como en lengua púnica, las palabras que principian pov l:ar,lir,karja, kar- ta, V. g.: Cartac/o, Cartela, etc. significan ciudad, dedujeron que pertenecían al mismo idioma los nombres Caracas, (que en Ptolo- meo se lee Caraga), Cayri (la isla de Trinidad), Carahate (pueblo de la isla), Cariaco (provincia), Carahi (isla), etc. etc.
También el nombre Habana, dijeron, está publicando ser fe- nicio, derivado de los heveos, ó de la ciudad de Jlava, de que no está lejos el rio Abana de Damasco. ((Caribes, dice el citado Hor- nio, es corrupción de cariphe, como batallador, pues carch en feni- cio significa batalla y ra])ha hombre feroz y fuerte; y corrompida
(1) (iaroía, orijjen de los Indios
(é
8 OUIGKNKS DEL LENGrAJK CUUAXO
esta voz, Uíiinaban Alpha los Asboto, que eran fenicios, al Jabalí que niatóá Adonis, por entend-er con esta voz el cruel y fiero.» También son fenicios, según el n^smo escritor, las siguientes pa- labras (de la lengua de Cuba y Hailí): cinavo (el airado), guáibba (vete) machahiíca (que me importa), ciba (el peñasco), mayani (na- da), copey (árbol), canoa (el barco), hohio (la casa), macana (la es- pada de madera con filos de pedernal), (/uazá vara (el reencuentro de soldados); am7o (baile y cantar), Anacaona (flor del oro), ha- maca (cama en el aire), fainos (los nobles), etc.
Muchos de estos vocablos son, según otros escritores, origina- rios del hebreo. Fray Juan de Torqucmada (1) impugna un pa- pel escrito anónimo, que decía, que Cuha era nombre hebreo, por que por ventura se llamo así el primer cacique que la descubrió y pobló; que cacifprt se deriva del hebreo, acatin, que significa principal, ó altura, porque el cacique es el principal y el más alto en la tribu; que Ilaynan (rio de Santo Domingo) se deriva de //a?'í?, que en hebreo quiere decir fuente; que cínato (como los indios lla- maban al triste y lloroso) de rínoil, que en hebreo significa lloro- so ó triste, ó enojado; que macana (arma de guerra) procede de machaj que en hebreo quiere decir herida, ó ingenio, porque es ingenio ó instrumento p*ara herir; que carib (caribe), es derivado de carilhy que quiere decir ocursus igni>i, llama de fuego, que todo lo abrasa por donde pasa; que canoa^ de canon^ en hebreo, que quiere decir s^iat'w in (pía, estancia en el agua; a.rí (ají), de axá he- breo, que significa furor ó cosa furiosa, por el gran calor y furia que tiene, que quema la boca.
No faltó quien dijera que los nombres Xandave, Xamundí y Xandii (de Popayán) eran chinos, porque existían los mismos cer- ca de Tendut; que también eran chinos Quimba (cuyas sílabas traspuestas dicen Baipíin, nombre de Pequín, capital de China), Ciimba (en Pacto), Corpiimbo (en Chile), Cumbinama (en el Perú), Managua (en Nicaragua), Maguana (en Haití) y Champoion (en Yucatán) etc.
Sería prolongar demasiado estas líneas si pusiéramos las eti- mologías de todas las palabras americanas que los escritores han derivado de los idiomas del Viejo Mundo. Es verdad que de allá hemos recibido muclms, desde la conquista hasta la fecha, y hoy tienen carta de naturalización en nuestro lenguaje cvioUo, v. g.:
(1) Monarquía Indiana, lib. I, cap. IX, págs. 2:\ y 24. Madrid 172;>.
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REVISTA CUBANA 9
alcütraZj aUjarrobo, algodón, balea, Imharf, barracón, calabaza, calabo- zo, corcaj, fandango, frangollo, gollori. hato, indio, jalar, jorro, lima, llantén, mango, mejunje, naranja, nasdf ñañara, ortigosa, pahna, ¡xi- jmgayo] queque, roble, sagú, saúco, tamarindo, vega, u;isqni, golf, zor- zal, etc.
Esto coiiflujo al Sr. Juan Ignacio de Armas al erVor do creer que en Cuba no existía nada del lenguaje indígena, que todas las palabras criollas han sido importadas después del descubrimien- to de la Isla, y en comprobación de lo que decía, escribió una se- rie de etimologías y deducciones, en las cuales cometió errores la- mentables, no solo en las derivaciones de vocablos americanos, sino también en los originarios del Antiguo Continente. Por ejemplo: dijo primero que batea era vocablo arábigo, como trae Martínez Marina; pero que le agradaba más la opinión de Engel- mann: «Batea, portugués, vasija de madera en que se lava el oro,» y después escribió que procede de balltheus ó balfeus, como dice Forcellini.'(l)
La palabra batea no es portuguesa, etimológicamente conside- rada, porque Vieira dice que procede «dabaixalatinidade?>a///íí6», y Santa Rosa de Viterbo (2) dice: «Hoje chanuun os rústicos ba- lega de agoa, a um grande e cerrado chuveiro, que lan^-a agoa, co- mo se forse a cantaros, ao que os mariantes chamam aguaceiro. Donde esta palavra se derive nao está averiguado. De bateada, que he uma gamella de pao, com que ñas minas se tiram os me- taes, misturados com a térra, e pedros: ou de batica, que na India he o nome que se dá a bacía: ou do arábigo batega, que signifíca prato covo, tijella, ou sopeira, á semelhanga de gamella: podemos suspeitar, que esta voz se transforirssepara o significado presente.»
El término, dice Eguilaz, es de origen indo-europeo: en sáns- crito es vadha, vasija; en persa, badiya; de donde las formas arábi- gas bátiya y báttiya-, en griego batheia, de batys, hondo; en el bajo latín, baccea.
Dice el Sr. Armas, que la palabra manjúa se deriva del portu- gués manjar, comer; cuando se sabe que procede del aragonés (3) majaly que significa cardume, multitud de peces que andan juntos.
(1) Esto es lo que se deduce de lo que dice el Diccionario Cubano del Sr. Hacías-
(2) Domingos Vieira, Grande Diccionario Portuguez ctimolúgico.
(3) Elucidario das palabras, termos, e frases antiguadas da lingua portu- gaeza.
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10 orígenes del lenguaje cubano
El autor de los «Orígenes del Lenguaje Criollo» escribe: Vivi- jagua, nombre de una hormiga perjudicial, llamada también ba- chacOy (1) que vive de ordinario en las mismas yaguas. Con esto prueba el Sr. Armas que no conoce la bibijagua^ porque este in- secto jamás vive en yaguas, sino en cuevas profundas.
«Otro árbol vieron (dice el Sr. Armas, hablando de los con- quistadores), de cuyas hojas salía agua^ y le pusieron jaguay que significa desagua.» ¡Pura suposición! Ni las hojas del árbol dan agua, ni los españoles pusieron tal nombre. La palabra jarrita es adulteración de la náhuatl xahuali (jaguali). (2) «Así de macar (dice el Sr. Armas), macana arma de madera para malar ó machar
(3) y luego escribo: «El femenino ana (de la desin. ano) dio á
y á macana^ de maca ó inuza. (^) A lo que otro antiamericanista, D. José Miguel Míuíns, añade: «Dista tanto esta última palabra de proceder de Méjico, ni de ningún otro lugar de América, quedes- de el año 1256, según documento que extracta el moderno editor de Ducange (Du Cange) un monarca de Portugal dejó á su hijo entre otras cosas, una soberbia macana de metal.» (5)
Loqusda tua manijeüum tejacit.
El Glosario latino de Carlos Dufresne y Domingo Du Cange, (6) dice así:
Mariana, Masana, Acad. Hisp. in Diction. Ensis Indieus lin- gueus Testam. reg. Mafaldoe an. 1256. tóm. L Probat. liist. geneal. domus reg. Portug. pág. 33. Mando ei (infanti) unam Maganam alambre.» (V. tomo II); y en el tomo IV, dice: «Unam] copam de aura tam in Ma;anis^ etc.»
Mamna se decía antiguamente en castellano (después se inter- caló una n y se dijo manzana) y en portugués magaa, que fué lo que dejó la reina Mafalda, y no rey como dice el Sr. Macías, por copiar la errata de Du Cange.
Hay un documento de 1150, (7) que dice: «Ego Alfonsus Rex Portugalensis, et usor mea Regina Mahalda manu nostra hoc
(1) En Veracruz se llama Iwrmif/a harriera; en Guerrero, cuatalak.
(2) Dr. Francisco Hernández, «Plantas, Animales y Mineraleeo de Nueva España. Kscrita en 1570-75 y publicada en 1615.
(3) Orig. del Leng. Criollo.
(4) Etim. de la Academia.
(5) Dicción. Cubano Etimológico.
(6) Publicado en París en 1733-66, en ocho volúmenes en folio.
(7) Tampoco la reina Mafalda vivió en 1256, sino un siglo antes.
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scrib tuui subter firmamus.» (1) ffMas que responderemos nos á existencia da Rainha D. Mafalda, que falleceo de parto da sua filha D. Sancha, a 24 de Novembr^ de 1157?» (2)
En otras faltas de igual estofa ha incurrido en su Diccionario el Sr. Macías, que puede perdonárselas el que sepa, que el autor arregló su obra con suma precipitación; pero nadie dejará de cen- surar á dicho señor, el que haya dado por etimologías en su Dic- cionario Cubano, los siguientes sonsonetes: Machango (dice) se de- riva de macho y ango; bejuco, de bajo y uco\ malanga^ de mala y anga; berija, de ver y de ija\ bullarengue^ de bulla y eiigue; íurei, de ¿M y de rey] isleño, de isla y eno, etc.
Y ¿qué calificación podrá darse á lo siguiente, que el autor de- nomina etimología? (iAnama, Adj Etim. "Recordando el cuen- to del niño de los dientes de oro, que refiere-Fon tanelle, y que nos repetía continuamente en cátedra el inolvidable Man. Cionzález del Valle, nos abstenemos de toda investigación, hasta tanto que se dilucide, si es un error de Salva, ó un término perdido.»
En la etimología de Báire, pregunta el Sr. Macías: (í¿Tiene el báire color amarillo ó figura aovada?» Y en la de chirigota dice: «Todos la reputan de origen español.» Pero ¿quiénes son esos to- dos? Porque Eguilaz, que escribió en 1886, antes que se publica- ra el Dicción. Cub., dice que chirigota se deriva del hebreo xiricot irrisión.
Lechero, en la acepción de estítico y logrero, dice el Sr. Macías, «se deriva de leche; cuando nada tiene que ver una palabra con la otra, porque decir lechero al afortunado en el juego, ó al que no da propina, ó al logrero, no es otra cosa, como dice D. Adolfo de Castro, (3) que proferir un hebraísmo: Lechinam ó Lechi, por apó- cope, equivale á gratis ó sin mérito ó sin causa.
Cachorro, por grosero, atrevido, se deriva, según el Sr. Macías, de cachorro, cría de la perra; cuando no es más que adulteración del vocablo castellano cazurro (que Aldrete escribe cagurro, torpe, malo), procedente del arábigo cadzur, grosero, do donde también, dice Eguilaz, viene cazurra:
«Fis con el gran pesar esta trova cazurra, La duenna que la oiere por ella non me aburra.
(Arcipreste de Hita, copla 104)
(1) Joaquín de Santa Rosa de Vitergo, Elucidario, tomo I, pág. 229.
(2) Elucidario, tomo I, pág. 230.
(3) Habla Española.
12 OBItíEXES DEL LENGIAJE CLBASO
De la palabra cvehujií, dice el Diccionario Cubano: fEtim. E-í voz caprichosa, que da por análisis algo de cocliura y un jioco (lo viento." Mucho viento tendría en la cabeza el autor de esta ixiburía cuando hizo el peregrino análisis y no viú que cudtujtí es a]t«riic¡ún del aragonés cuefíilril, de donde el castellano cuchvíril, tabuco (Terreros) y toehitr'd, habitación estrecha y desaseada (Aca- demia), derivado del címrico hiich, ó del cómico kn-ch, cerdo, la- tinizado en nicho, enchino, cochino ú lugar del cerdo, chiquero (iiludiendo á la cstrechezj; en bretón, hovch, hoch; en inglés, hog; en zendo, hn; en irlandés, suig; en griego, si/s; en latín, bus; eu ho- huidós, «»; de la raiz anana nú, qne sigiiitica producir, equivalen- te al sánscrito m, engendrar, por lo fecundo que es el cerdo.
Así como conibntinios la opinión de losaiitiamericanistíis que niegan la existencia del lenguaje cubano, tampoco aceptamos lo que dicen los filólogos mejicanos. Lie. Manuel Orozco y Berra (1) y Dr. Francisco Pinicntel (2) «que la lengua indígena de Cuba pertenecía á la funiilia ntaya," porque entre esta y la taina, ó i; corix, no hay relación alguna. Aquí existen sólo cuatro f ¡trocedeutes de Yucalpetén (antiguo nombre de Yucatán, comp. de '/M, perla ó collar; ail, garganta, y [letm, tierra, continente).
La primera, según el P. Zúñiga, (3) es el nombre que pusie- ron al lugar los eKjínñoles, quienes al preguntar: «¿Cómo se llama tsta provincia?» oyeron de los indígenas esta expresión: V Yu c- ilan; «son las gargantillas de nuestras mujeres," que era lo que en iiquellos momentos los indios tenían en las manos. Los con- [uistadores creyendo que el país se llamaba yucatán, escribieron 1.11 su libro: Yucatán, como ipor Chidchcniha, dijeron Chichcn iza', ¡lor cooí- c- otorh, «Cabo Catoche» etc.
I-a segunda palabra es Macatá, que, según D. José Miguel Ma- clas, "puede ser adulteración de Mácala, ó ai>úcope de Macalana: en ambas suposiciones (dice) parece tener por raíz á maca, que es la cotorra en Cuba y en Aragua," Nada de esto es cierto: Mácala es el nombre de una finca y probablemente puesto por los yucate- cos quo vinieron como esclavos, hace unos cuarenta años, á tra-
(1) Hietorift Antigua y de la ('otiquiata Je México. Véase el tomo II, pá- ginas 246 y US.
{2) Cuadro descriptivo y conijiarativo'de las lenguas intlígenas de Míxico. Yéaae el too^o, pitglna .'iSíi.
(3) Estudios Filológicos de D. Creacentio Carrillo y Ancona, Obispo de Yucatán.
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bajar en los ingenios. Esta palabra es adulteración de la maya makctttá (que usa la gente inculta de Yucatán), compuesta de mal: mak-ah, chupar, sorber; ca, tu, y ¿a^escreraento.
La tercera es campechana, (calificativo de nna clase de ciruela) vocablo derivado de Campeche, alteración de Kimpech, compuesto de hin, sol, dia, sacerdote y pech, garrapata.
La cuarta es cacao, derivada de la maya cacan, que significa h mismo y no de la azteca cacahuatl, (1) como dice el Sr. Macías, si- guiendo la opinión de D. Eufemio Mendoza. (2)
En Yucatán hay dos palabras cubanas: yaba y qulmhomhó; y es probable que las hayan llevado los negros que, en el año 1(S44, emigraron de esta Isla. Jah ten medio yaba (dame medio de ya- ba) dicen los indios cuando llegan á las boticas á comprar reme- dio para curar de las lombrices á sus hijos. La yaba es un exce- lente vermífugo pero peligroso: crece tanto como el cedro y la caoba. En Yucatán la conocen \)ov jabín y en Veracruz la llaman j'a¿í, nombre conque en Granada se conoce una especie de man- zano, y que, según Dozy, es palabra arábiga, .rn abi, manzano sil- vestre que Abem Alawám (citado por Eguilaz), escribe ax-xaibi.
La palabra (juimbombo, que el Sr. Macías hace derivar de \qiié hombol ¡qué babosol procede del vocablo congo quingombo, de aquí pasó al Brasil, de donde tomó la Luisiana el nombre qxdmbombó, y así se alteró más ó menos en los distintos lugares donde hoy se conoce la planta; en Curazao la llaman quiambó; en Portugal, quiabo; en Venezuela, chimbobó; en Tabasco, clmnbombb; en Tam- pico, bombó; en francés se dice gombaut et mieux gombo (gon-bo) Littre; en inglés, gombo or gumbo (Webster): en Veracruz, a^igíi y en Puerto Príncipe bolondrón y molondrón.
La lengua de Cuba no tiene relación con la maya, (3) ni procede únicamente de las variedades de caribes del Continente, como cree el sabio americanista Bachiller y Morales. (4) Nuestro lenguaje criollo es en su mayor parte caribe, como se ve por las
(1) Dice el Sr. Macías en su Dic. Cub.: Cacao. Etim... «procede del náhuatl cacahuatl, el árbol y el grano, según Molina y Mendoza.» Mendoza sí lo dice, pero Molina no. El Diccionario de Molina no dice más que: nCacahvatl, beni- da de cacao.» '
(2) Apuntes para un Catálogo razonado de las palabras mexicanas intrr- ducidajs al castellano.
(3) La lengua maya carece de R, y la taina tiene este sic^no; la maya tie- ne varios sonidos, de los cuales carece la taina.
(4) Véase su excelente obra «Cuba Primitiva.»
14 ORKIKXKS DEI, LENGL'AJE CUBANO
jiahibras vutoa (cauoa) /í«m (güiro) cataole (catauro) biama (dos) tiinhoifa (mabuya) acharaca (hilar) ¡lamoitca (querer, necesitar) oü- fiao (isla) ábaim (uno) máina ( jirdín) bara (por) íchie (cabeza) oüá- hba (monte) ynrába (mismo) arica (mirar) caíéa (comida) fiÁu-lian (sí) oríií (no) ícfiéiVí (dÍos)6ojHait (dar, regalar) lona (agua) fírauu ó f((Y(/i(íH (iiiicluí) ei/m (hombre) /«ítitiic (mujer) chicuha (azadón) íídíiíCTi ó namein (ñame) abahuaÜ (piojo) luri (tefa) halaim (mar) mamha (miel) hua (nombre) hamac (hamaca) «arí/oitíi (abuelo) ma- /lí (boniato) iíí(íi(/í (maní) mainbá (cállate) bebéUe (viente) ayara (rayar) (ififlfiai (papaya) i'íoóit (hierba medicinal) etc., etc.; pero también contiene muchas palabras aztecas, v, g.: matzahiia (maja- gua) xnhimli (xagua, jagua) xáhi'ieij (jagüey) /iMoyara (1) (guayaba) hnaija (guaya) Izitzicaslle (chichicaste) cihuatic (ciguato) copalli (co- pal) etc.; tarascas, como Bnyameo (líayamo) Jeruco (Jaruco) Í2¡- /(ii« (cigua, árbol) /«r^CHn (tareco) zinzun (zunzún) etc.; teguima, ¡íiwiiiijifíí (manigua); totonaca, íff/ioy (Tanoya ó Tenoya); chichi- meca, balbacoa (barbacoa); quichuas, huaca (guaca)c/iíJíWiiii/(((chi- rimoya);)aí>(T (papa) hiianu (guano) yapa (ñapa) etc.; andaquí, yaáiiiiara (Guáimaro); cumanagata, ei-epa (arepa); aimará, kHko (coca) etc.; goajira, aUéibii (nléiba); tupí, hiayira (guajiro); cuevas, cohnba (cuaba) yrtí (mujer) cobo (caracol) chaquira (mostacilla) ha- ba (jaba) etc.; dorasque, baigá (bagá); paez, guagua (guagua) mnin- bí (mambí); chibba, cühuba (Cuba) guá (monte) tapiri (Capiro); lu- le y tonocotft, tabaco (tabaco) tuna (tuna) etc.
También tiene palabras de otros idiomas y dialectos: del in- glés, tvharf (guafe) sandirích (sangüich) bloch (bloque) roat«bcef (rosbif) bccf-stmk (biftec) coí-c (queque) etc.; del francés, tolel (tole- te) bUki (bidel) rajlslohr (refistolero) etc.; del arábigo, zingiber 6 az- zlnchibil (jengibre ó ajengibre) albabaca (albahaca) alchoiicJiolt (ajonjolí) fahica (falúa) zahori (zahori) xaqiihia (jáquima) etc.; del congo, quingombo (quimbombó) malanga (malanga) guaiidá {gan- dúa)/an (morir); del mandinga, banana (banano); del ganga, ^^mi- gréi (guengueré ú fiengueré); del alemán, ^/i^f/or (féferes); del ita- liano, Saííiía (boniato) píísícoío (pechicato) /idilio (jamo) etc.; del eúskaro enenko (renco) bakallaoa (bacalao) barbulla (Barbolle) ba- gla-ura (basura) bcrroa (berro) etc.; del malayo, mambñ (bambú) maúgga (mango); del portugués, cíí/re (chifle)/(tii/ioao (fañoso) etc.; del gitano,^a/((r (}iG\}er) jalado (ebrio)jrtrfl (onza) etc.; del gallego,
<1) En Rület* ú mejicano no hay i, y la t snena como c, nsf iw, se prono n-
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fanil (fonil) smmho (socucho) suridlo (sorullo) coraza (corúa) etc.; del catalán, ^6¿r^ (pebre, guiso) etc.; del aragonés, cttc////rí7 (cuchu- flí) chanchullo (bahorrina); del montañés, manjúa (sardina); del valenciano, /o<ií¿ (fotuto, ruin); del latín, amapo/a (amapola) Wí/íhíi (bledo) canna (caña) scopa (escoba) etc.; del griego, chaino (faino) hélix (hélice); del hebreo, xéricot (chirigota) u'aa-/ím-í(Guanahaní) etc.; del godo, papagayo (papagayo, loro) etc. etc.
Podemos asegurar que nuestro lenguaje criollo, lo mismo que el castellano, el inglés, el francés, el italiano y otros, se ha forma- do de varias lenguas, pero que en su mayor parte es caribe.
FÉLIX RAMOS Y DUARTE.
Habana Diciembre de 1892.
■*M
Gran Legión del Águila Negra
(apuntks histoíík os)
Es más fácil remachar los anillos que romper la cadena.
La Lucha f 7 de Abril de 1888.
No nos es posible negar, por mas que quieran intent4irlo los sostenedores de las bondades del régimen antiguo, los distintos males que han venido azotando íi la colonia cubana, desde el día en que el atrevido navegante Cristóbal Colón, dejando atrás el vasto desierto de los mares, sin más guía que su temeridad de lle- gar á las tierras de apreciados minerales, y sin otro derrotero que su pensamiento, llegó á las playas vírgenes de Cuba, enarbolando la bandera que cubría el solio de los reyes católicos, Fernando e Isabel, y el estandarte en cuyo centro se ostentaba, como símbolo de sumisión, la cruz del cristianismo, hasta la época presente, en la que, apesar de haber trascurrido cuatro centurias, nos es fácil anotar los males que pesan sobre esta tierra, y que se prestan á serias consideraciones, que no pueden pasar desapercibidas, ni aun por aquellos que apenas conocen la historia de nuestra tierra.
Y, como no es nuestro objeto escribir la historia desde los pri- meros días del descubrimiento, pasamos por alto todo ese tiempo de tempestades políticas para la colonia, y con ellas los martirios á que fueron sometidos sus primeros pobladores, de esa pobre ra- za que desapareció bajo el poder y la codicia de unos pocos aventureros, que sordos á la voz de la humanidad, solo encontra-
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han alivio á sas desesperados deseos, en el hallazgo de los precio- sos metales conque la pródiga Naturaleza enriqueció el suelo au- rífero de Cuba.
A la desaparición de la desgraciada raza india, necesario era traer hombres que trabajasen, y como no era posible esclavizar al hlavco sometiéndolo á las penosas faenas de romper las tierras de nuestras minas, pensóse en el infeliz africano, desconocedor por completo de la civilización, valiéndose para tales fine?, disimular el bien con el mal, como si se tratase de arrancar a los hombres de un estado salvaje para civilizarlo en otro, estendiendo de ese modo con los grandes auxilios del cristianismo, la paz moral, la libertad y el progreso li los necesitados de tan valiosos gérmenes en la vida social de los pueblos.
Esta escuela, basada en los horrores inquisitoriales de los con- quistadores, no podía producir buen resultado, desde el momento en que la sociedad de la colonia, se presentaba ante el mundo americano manchada can ese borrón, que como resto de' la anti- gua Roma, se plantaba en tierras cubanas para servir de prólogo á la historia de la esclavitud en las Américas.
Ante los hábitos de la esclavitud, la sociedad cubana tenía que estar en pugna con la entidad Gobierno.
No era posible legislar con acierto donde una gran parle de la población gemía bajo el peso de la esclavitud.
No era posible, según el criterio del Gobierno, dotar (i Cuba do leyes basadas en el derecho y encaminadas al bienestar gene- ral, si aún siquiera asimilarlas al nuevo orden establecido por los legisladores de otros gobiernos poseedores de colonias antillanas.
Natural era que el pueblo de Cuba intentase rebelarse contra las leyes coloniales de esa época, sin |)ensar en sus consecuencias en caso contrario.
Años hacía que el pueblo de Cuba pensaba en su libertad, si- guiendo el movimiento del separatismo en la América del Sur.
Cuba reclamaba sus derechos de ciudadanía en pacíficas ma- nifestaciones, {)ero todas esas esperanzas de mejores días en la vi- da política social, eran miradas con desdén y desprecio por el Go- bierno de la Metrópoli, donde no faltó un Conde Agreda que ase- gurase en pleno Píirlamento que los americanos no podían tomar asiento en el Congreso porque eran descendientes de monos, y otras muchas declaraciones que venían á herir la susceptibilidad de los hijos de América.
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18 (íKAN legion\del|aguila'nkgka
Agitábase en España la idea de la Constitución y el pueblo de Cuba, seguía tranquilo los acontecimientos que tenían lugar en la península, a la vez que se preparaba para recibir tan faus- ta nueva con demostraciones de júbilo, y juátificar de una mane- ra clara y terminante los sentimientos nobles del pueblo cubano, que si odiaba, era á las instituciones, no á sus hombres.
La Constitución de 1812 vino á aumentar las es[)eranzas y alentar al pueblo de Cuba que no había perdido la fe en el por- venir.
En esa época debió España haberle dado á Cuba su autono- mía, y desde entonces ambas hubieran marchado hacia el bien general, á la par que su conducta habría desarmado las preten- siones norte-americanas, que buscaban el apoyo de sus tendencias anexionista^ en los descontentos de Cuba.
Debía haber sido el primer paso que daba España en benefi- cio de sus colonias.
Pero, ante el olvido, no era posible permanecer en silencio.
En cambio de tanto bien esperado, enviáronse á la America española medidas absurdas y decretos inadmisibles.
Redújose todo al envío de una Constitución mutilada, sujeta por sus errores á infinitos males.
Parecía materialmente, en las primeras decadas del siglo XIX, que se temía perder el derecho de conquista.
Aunque guardamos amarga censura para los gobernadores que ha tenido la colonia cubana, plácenos separar de entre ellos^ al insigne protector de los cubanos, al benemérito D. Luis de las Casas.
Si todos los que han pisado las playas de Cuba, hubieran sido como Las Casas, hoy los cubanos tendrían para sus gobernantes palmas en lugar de quejas, plácemes en lugar de censuras, y en las páginas de nuestra historia no se estamparían los ayes y las quejas de un pueblo que sufre.
No eran solamente los cubanos los que se quejaban del régi- men gubernativo que imperaba, uníanse á ellos una gran parte de peninsulares ilustrados que no podían aceptar el sistema de un gobierno altamente militar.
Perseguidos los que pedían por la prensa y en pacíficas ma- nifestaciones la igualdad de leyes con las de la península, tuvie- ron que ocurrir á la prensa clandestina y al club revolucionario.
La guerra de las colonias hispano-americanas debía haber ser-
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vicio de ejemplo al Gobierno de la Metrópoli para que f asese más tolerante, más consecuente con el pueblo que, como el de Cuba, no aceptó el movimiento revolucioQario que dio gloria á Simón Bolívar, el Washington de la América del Sur, esperanzado en obtener su derecho por los medios pacíficos y legales; convencién- dose después que no era posible llegar á ello por tales medios.
Limitóse Fernando VII en conceder u Cuba el título algo ve- jaminoso de siempre fidelísima; prerogativa que perdió desde el co- mienzo de la guerra de los diez años.
Oigamos lo que dice un historiador venezolano:
«En España fué lícito y laudable que todas sus provincias ó secciones, formasen Junta ó Gobierno provisorios para proveer á sus necesidades y precaver la usurpación extranjera, en la hor- fandad en que dejaron á la nación Carlos IV, Fernando VII y toda la familia real.
«No era lo mismo en América y la voz del pueblo era omino- sa y reprobada: no se le concedía la capacidad para gobernarse, ni derechos que defender, y el solo nombre de «Junta>» en nuestro desgraciado continente fué castigado como un crimen.
«Tristes ejemplos se presentaron luego en México, la Paz, Qui- to, Bogotá, Caracas y otros pueblos.
«Abominables y continuas fueron las contradicciones de los españoles.
«Fidelidad al Monarca v reforma del sistema colonial, fué el primer grito de los americanos; lo contestaron por el hábito y ciego deseo de dominarnos con el de «rebelión, rebelión;» y para encadenarnos nuevamente se confió el cargo á muchos de los que acababan de jurar fidelidad al intruso Kcy José Bonaparte.» (1)
La Constitución de 1820 fué otra nueva ocasión que se le pre- sentaba á España para reparar los males pasado y las ingratitu- des de algunos de sus hombres.
Fué necesario que el pueblo de Cuba tomase una parte activa en los acontecimientos que tuvieron lugar.
El 16 de Abril de 1820 el pueblo de Cuba, compuesto de insu- lares y peninsulares, en vista de que en España se había jurado la Constitución y que ésta no se promulgaba, apesar de haber lle- gado un barco con la noticia, el pueblo amotinado obligó al ge- neral D. Manuel Cagigal á que jurase la Constitución.
(1) «Correo de Caracas»), Septiembre 1839.
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20 ORAN LEGIÓN DB:L ÁGUILA NEGRA
La monarquía estaba representada en Cuba por el gobierno mas absoluto.
Fijábase el Rey m¿is en las cosas propias ó concernientes al te- rritorio peninsular, que al de sus lejanas colonias americanas.
Es verdad, que si Gayo Graco tenía detrás de sí á Livio Dru- so, Fernanda VII tenía á D. Carlos, y por tanto, los efectos pro- ducidos por las causas debían de ser fatales.
Entregada la Isla de Cuba al criterio de sus gobernadores, á quienes se les daban facultades escepcionales ó extraordinarias, claro esta, que tenían que seguir una política restrictiva y amor- dazada.
La Constitución de 1820 fué más bien una tormenta desenca- denada para la colonia cubana.
El pueblo pudo entonces apreciar lo que le convenía, y des- confió como era natural de las promesas constitucionales y de las esperanzas de reformas ofrecidas desde allende los mares.
Parecía materialmente que Cuba cargaba con las culpas age- nas, y pensó entonces en los que gobernaban, en las ingratitudes de sus hombres, y en los odios que había dejado la lucha en las Américas, sin pensar que Cuba aunque era un pueblo sufrido, era grande en su valor y admirable en su sentimiento.
Cuando fijamos la vista en el pasado, vienen á nuestra mente el recuerdo de los sucesos que tuvieron lugar en la Metrópoli en- lazados con la suerte de nuestra patria.
En 1821 la Isla de Cuba, que creyó en la legalidad de los de- rechos constitucionales, nombró al sabio y virtuoso Pbro. D. Fé- lix Várela, al consecuente D. Tomás Ferrer y al ilustrado hacen- dado D. Indalecio Santo Suarez, para que la representasen en las Cortes.
Pero esa representación fué más bien una ilusión y un desen- gaño más que recibió el pueblo de Cuba.
Cayó la Constitución y los representantes de Cuba tuvieron que expatriarse á Gibraltar.
En 1823 el virtuoso Várela se trasladó á los Estados Unidos, donde supieron premiar sus méritos. (1)
Veamos lo que dice Muñoz del Monte: (2)
«En realidad, no ha habido escenas más escandalosas que las que se lian representado en 1820 y 21.
(1) Murió en 1853 siendo Obispo de San Agustín de la Florida.
(2) «Diccionario crítico,» La Autonomía de Santiago de Cuba, 188S.
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«El gobierno político, empeñado en colocar criaturas suyas con fines de nadie ignorados, logró desnaturalizar con las más inauditas violencias el acto solemne^en que el pueblo ejerce el único acto de soberanía que le favorece la Constitución de Estado.
«Las decisiones de las Juntas Parroquiales han sido desobe- decidas, la libertad ue los sufragios coartada, la seguridad de las personas hollada, los más inocentes actos falazmente calumnia- dos, la Constitución infringida y los más beneméritos ciudadanos atrozmente ultrajados en el ejercicio de sus funciones electivas.»
Desesperado el pueblo de Cuba ante el fracaso queacabflbade recibir acudió con decisión al club revolucionario y dio principio á los trabajos de conspiración, prestándose como un poderoso au- xiliar las logias masónicas.
En 1821 llegó á la Habana el teniente general D. Nicolás Mahy, lo que no intimidó á los asociados masones continuar en secreto la obra revolucionaria.
En esa época de agitación política se hallaban en la Habana los Comisionados de los Estados Unidos para el arreglo y termi- nación de las cuestiones sobre la Florida. (1)
Mu\' pronto dieron á conocer á los revolucionarios de Cuba el plan político que traían.
Preparábanse los trabajos para llevar á cabo la anexión de la Isla de Cuba á los Estados Unidos, para cuyo efecto era necesario realizar el proyecto de sacar los planos de las fortalezas de la Ha- bana, ofreciéndoles á un oficial ingeniero ciento cincuenta onzas, pero el general Mah}'' descubrió la trama